Título original: Ni á vendre ni á louer
Año: 2011
Duración: 77 min.
País: Francia
Director: Pascal Rabaté
Guión: Pascal Rabaté Música: Alain Pewzner Fotografía: Beinot Chamaillard
Reparto: Jacque Gamblin, Maria de Medeiros, Francois Damiens, Francois Morel, Dominique pinon, Marie Kremer, Arséne Mosca, Chantal Neuwirth, Catherine Hosmalin, Charles Schneider, Gustave Kervern
Productora: Loin Derrière L'Oural
Género: Comedia
Cuando vi el cartel de Vacaciones en la playa en la página del festival de cine Francés, inmediatamente me remití a la foto que se destacaba como imagen de La película “la Prima cosa bella”, una hermosa cinta Italiana de Paolo Virzí (2010) en la que aparece una familia en la playa; tal vez por eso decidí ir a verla, luego me di cuenta que eran totalmente diferentes y que lo único similar es que ambas son comedias dramáticas.
Cuando entré a la sala y el director presentó su película, dijo que era un film sin diálogos, pensé que no la soportaría pero en realidad me llevé una grata sorpresa. Ni à vendre ni à louer (Vacaciones en la playa), es la última película de Pascal Rabaté, dura 77 minutos que para un film sin diálogos parecería mucho, pero podría haber durado más ya que las voces no hacen falta en ningún momento.
Es la historia de varias personas que llegan de vacaciones a una playa de clase media que parece desierta; dos familias: una de ancianos solitarios y otra de unos jubilados con sus hijas, cuatro parejas: una de punkeros, una de ancianos, y otras dos de casados que se entrecruzan; una pareja de ladrones, una familia que entierra a su padre y un empresario sadomasoquista, adornan las imágenes de un film que se destaca por la música y las actuaciones.
La comicidad de la película es la justa, no es exagerada, pero tampoco es sutil, no es forzada ni clichesuda sino más bien original, no es una comedia inentendible sino más bien cotidiana, ello sumado a la hermosa fotografía en la que se desenvuelve la historia hace de este film una cinta muy original.
Los personajes muchas veces parecen caricaturizados (tal vez porque el director hace comics), por la forma de ser y por la forma en la que se desenvuelven; aquí habría que rescatar cosas como la casa de los ancianos solitarios, que mide pocos metros y que se transforma en todo: en sala de tv, en sala de juegos, en habitación y el auto que los acompaña que no es menos gracioso que las situaciones y los lugares.
Otra de las cosas particulares de la película, es la de la familia que reacciona sólo con las ordenes que el papá da con aplausos, o el hecho de que los punkeros dibujen una casa en la playa para dormir, o que el hombre del supermercado sólo tenga pocos productos en su tienda y que además dibuje sus propios códigos de barras; hacen de la historia algo encantador y simple.
Retomando la música hay que decir que se conjuga perfectamente con las imágenes, pues tiene un estilo entre nostálgico y circense que son los dos extremos por los que se mueve la historia, dándole así un toque especial porque muchas veces el espectador debe reír en situaciones trágicas. En general si alguien me preguntara o me dijera que resumiera la película en una sola palabra, lo único que tendría para decir es que es simplemente: hermosa.
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